Ana LA. en Canadá - Capítulo 4 - Buscarse la vida
“UN BRINDIS POR LA COMIDA CASERA”
Tengo el don de la inoportunidad, pero antes que nada, para no perder la costumbre y la educación: ¡buenas, mi lindo lector! ENCANTADÍSIMA, soy Ana L.A. Me presento por si acaso hayas acabado aquí sin querer y sea la primera vez que me lees. Y perdona por gritarte, pero me ha emocionado la idea de que me estés leyendo. Lo que decía del don de la inoportunidad, es cierto. Llevo toda la semana queriendo escribir, y a la mínima que pienso en qué contarte delante del portátil, me distraigo, y no sé a qué darle prioridad. Sin embargo, tengo una buena noticia. Si has llegado hasta esta línea, significa que sigues vivo/a. A su vez, esto quiere decir que has comido recientemente, porque sin la función vital de la nutrición no llegamos a ninguna parte, por mucho tiempo. Cuida tu dieta, mi lindo lector, por favor te lo pido. (Inciso necesario para mencionar a mi tío, al que quiero mundos). “¿A dónde pretendes llegar con todo este rollo, Ana?” te puedes estar preguntando perfectamente. Pues ésta es la primera manera que he encontrado para introducirte el tema de hoy. Si mi niñit@, hoy te escribo sobre la comida en Canadá.
Madre mía, ¡qué precioso país es España para vivir! Y qué preciosa mi familia. Entre la carencia de la pasta de mi madre, la paella de mi padre y la ropa vieja de mi abuela, estoy más loca que antes. Valora, te lo digo de corazón, los supermercados en España. Aquí la fruta y la verdura, si no están de temporada, además de malas, son carísimas. Pero no me adelanto, que una vez que entre en materia, esto se convierte en un no parar. En este punto del capítulo de hoy tienes que elegir mentalmente un camino. Puede que vayas a leerme, para reírte de las cosas que me he tenido que comer hasta el momento. Puede que busques documentación, para que no te pase lo mismo si algún día te encuentras en mi situación. Y/o puede que la curiosidad te haga preguntarte, si son tantos los cambios. Sea cual sea la opción que elijas, atención que empezamos fuertes.
Yo sabía que venía al gigante americano, Canadá. Nunca he llamado así a este país, ni en voz alta, ni al pensarlo siquiera, para ser honesta. ¿Pero qué sé yo? Tampoco podría dar una explicación al hecho de haber usado esta expresión ahora mismito, pero así es la lengua, tan caprichosa. Podría borrarlo perfectamente, ¿pero, por qué no? Al fin y al cabo sólo significa tener que escribir cinco renglones explicándome, y ya me acostumbré. (Guiño musical). Bueno, que sabía que venía aquí, pero no caí en la cuenta de que podría cruzarme con platos típicos de otros países. Y por Dios, deberías habérmelo advertido, mi querid@ lector/a. He comido algas, siete tipos de arroz, queques hechos de té, tallarines… Es más, justo ayer, Lihn preparó rollitos de primavera caseros. En la nevera están. Y no sólo estoy en pura inmersión vietnamita, sino que desde cocina sur-coreana hasta colombiana he probado. Ahora que se preparen, que se aproxima una racha de gastronomía española.
Por otra parte, para lo que pensaba que estaba mentalizada, jajajaja, no ha hecho más que sorprenderme. Sí, la comida canadiense. Y te voy a confiar un secreto. Todavía no he comido nada del Tim Hortons. Para ponerte en contexto, se trata de una multinacional canadiense de tanto prestigio por aquí, que yo la equipararía a McDonald’s. He estado mirando en internet, y una página dice que el 49% de los canadienses compran en Tim Hortons su café, diariamente. A pesar de ser un número alto, yo me lo creo. Tienen una obsesión, que te detallaré más adelante. Pero por eso, cuando digo por aquí que todavía no he comido nada de dicha empresa, se les va la vida. Porque claro, por favor Ana, llevas 20 días ya. ¿Cómo se te ocurre?
Si eres amante del pan, como yo. Lo siento. Nos compadezco. No tienen pan normal. Apenas comen pan. No lo llevo bien, pero al menos debo decir, que aquí el pan de molde es una locura. Sinceramente, las tostadas son de lo mejorcito.
Comen demasiado pollo. Estoy convencida de que tiene que ser un exceso. ¿Pescado? No importa que aquí haya muchos aficionados a la pesca, tonterías. ¿Cochino o ternera? No te emociones, eso por aquí no. ¿Conejo? Eso ni lo tienen expuesto en los supermercados. ¿Pavo? Te estás confundiendo precios@ mí@, eso es sólo para Acción de gracias. Pero justo después de todos estos “sin vivir” de proteínas, te sueltan que si quieres langosta. Aquí es barata. Tienen hasta una sección más grande que la misma pescadería, sólo para “lobster”.
No se me puede olvidar mencionarte mi horrible experiencia con las judías en salsa de tomate con salchichas. Tampoco mejoró la cosa con un postre típico del que no me sé ni el nombre. La cosa más empalagosa del mundo. Y sí, reconocerás su foto al momento. Porque las nubes de azúcar de colorines son un gran reflejo de la realidad del sabor. Y hablando de nubes. Efectivamente he estado en esa escena típica de película, las nubes alrededor de un fuego con amigos. Timo total. Pinchas tu nube a un palo, la intentas hacer, pero como estará oscuro, no podrás saber si se te está quemando. El magnífico consejo que me dieron a mí fue, que fuera tocando la nube para saber si estaba hecha. No sé ni por dónde empezar a decirte motivos por los que no es una gran idea. En resumen, no la toques. Más vale que se te quede cruda, a que se te queme. Mira, se te va a quedar pegada al palo. Y lo peor es que, a la gente, lo que le gustan son las galletas con chocolates, así que date prisa. Porque posiblemente se las acaben y te tengas que comer tu nube sola. La escena en el cine queda de maravilla, pero si no conoces a la gente, pierde todo su encanto. No se canta, y no hay espacio para que todos se sienten. Tú date prisa, ¿vale? Intenta acordarte de esto.
Les chifla el millo. De verdad te digo. En cuanto a la fruta y a la verdura, no quiero hablar mucho. Así que lo siguiente que destacaría serían las latas. Sopa en lata, verduras en lata, pasta en lata, pollo en lata, etc. ¡Vivan los conservantes! No les dejes que te cocinen arroz, mejor hazlo tú solit@. En cambio, puedes pedirles que te hagan puré de papas. Al menos a eso no le ponen mantequilla, y les queda bastante bueno. Porque esa es otra. No hay aceite. Porque encima te dicen que no gastes la que hay, que es muy cara.
En cambio, los dulces, han sido una grata sorpresa. He comido muuuy buenas tartas y galletas. Recomendada una tarta de coco del restaurante “Big Stop”. Otra franquicia, siempre al lado de las gasolineras “Irving”. Y sobre todo, tengo el recuerdo de una tarta, que no te debería recomendar. Porque no la vas a poder encontrar.
Todos los internacionales de cinco colegios de la zona, estuvimos el fin de semana en unas orientaciones. El programa de intercambios de Nueva Escocia, lo organizó todo en un colegio mayor. Muy divertido. De verdad, ¡conocí tanta gente de todas las partes del mundo! Lo que más me agradó, fue ese intercambio de culturas. Porque me empeñé en irme de ahí, sabiendo alguna cosita más de cada sitio. ACIERTO. Me llevé desde bailes nigerianos, hasta nombres impronunciables turcos. Pues el último día, nos llevaron a un restaurante en el que en la entrada te hacen vestirte como un/a canadiense del siglo XVIII. Todo un espectáculo, con música en directo y el ambiente hasta en la cubertería. ¿Pues sabes qué? Tengo foto de todo, menos de la tarta. Bravo.
Y yo iba a seguir explicando, pero me estoy dando cuenta que este capítulo es más largo que el resto, y te tengo que tener hartit@. Así que, como ultimísima cosa, los horarios de comida son muy surrealistas. Hoy cené a las 15:45. Sépase que te estoy escribiendo a las 22:15, siento el jilorio. Pues mil gracias, si has llegado hasta aquí. Espero que esta vez si puedas ver el vídeo. Y que sigas conmigo para la próxima. No te pienso abandonar. Y te dejo ya, que ahora me espera la parte más aburrida: revisar. Gracias de nuevo, mi lindísim@.
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