Ana LA. en Canadá - Capítulo 12 - Fiestas a la canadiense
FIESTAS A LA CANADIENSE
Hola. Me sigo llamando Ana L.A., que sé que lo repito cada vez que escribo. Acabo de entrar en la cuenta atrás para irme a casa. No tan emocionante como la cuenta atrás en Nochevieja, pero ambas tienen algo en común: “Ana, al igual que te vas a ir despidiendo de 2019, vete despidiéndote de Canadá”. Es duro, porque imagínate, que te empiezan a mencionar el tener que hacer las maletas, exámenes finales, la información del vuelo para irte a casita… Claro, tú (al igual que yo) te quedarías pensando por un segundo: “chacho, pero si todavía me queda tiempo”. Jajajajaja, lo siento, cariño. Bueno, más lo debería sentir por mí, que soy la que vuelve a casa. Pero, en realidad, quedan menos de 30 días. Una cosa te digo. No es el fin del mundo. Yo ya tenía una vida maravillosa en casa. Así que, si me lo permites, queridísimo/a lector/a, vamos a dejar de lado la fugacidad de la vida, y te voy a contar cómo han sido mis fiestas aquí.
Ha hecho falta un párrafo entero para que te desee un feliz 2020. ¿Soy sólo yo, o tú también tienes un buen presentimiento de este año? Pues vamos al tema. Cuando alguien se entera de que vas a pasar Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Reyes aquí, directamente les notas una mueca de pena. Se supone que es pena por ti. Como si se compadecieran de que vas a estar fuera. Y sí, yo también pensaba que sería duro. Pues en mi caso, lo he llevado muchísimo mejor de lo que me esperaba. No es que hayan sido una locura de celebraciones, tan espectaculares que te hacen sentir como en casa. Por el contrario, y esto ha sido en mi caso particular, han sido peores que mis fiestas en casa. Pero, ¿para qué engañarte? Tenía las expectativas bien bajitas. Por consecuente, bien facilitas de superar. Y ahora te podrás estar preguntando, “y entonces Ana, ¿por qué me estás diciendo que lo has llevado bien, si te lo pasaste peor que de costumbre, sin tu familia, sin el tiempito paradisíaco que hay en tu tierra, y sin tus tradiciones?”. Pues vida mía: ACTITUD. Tenía dos opciones. La primera, estar amargada y pensando lo bien que estaría en casita con los míos. O la segunda, aprovechar lo que estaba en mi mano, vivir el momento, y pasar unos buenos momentos en el otro lado del globo. ¿Por qué debería elegir la primera, si haga lo que haga, no voy a cambiar mi realidad de estar aquí? ¡Pues fuera tonterías, hombre! Estoy segura que mis Navidades fueron mucho mejor que las de miles de personas con problemas serios. De una forma u otra, he tenido los mejores días desde que he estado aquí. Canté en el coro de la Iglesia. Por Dios, no sé ni por qué voy a dejar el vídeo mío cantando abajo, pero será que sé que no me voy a ganar la vida cantando, que no tengo vergüenza. Que conste, que sólo me pusieron a cantar un solo por ser la única capaz de pronunciar la letra de “Feliz Navidad”, con el acentazo hispano requerido. A ver si te vas a pensar, que ahora me las doy de cantante jajajajaja. Tomé una cena con platos típicos de los Breen (mi familia de acogida), y les di de probar polvorones de San Mateo (un municipio precioso de mi isla querida, Gran Canaria). No les gustaron. Abrimos los regalos después del “brunch” (una comida que combina el desayuno con la comida del mediodía) del 25. Que por cierto, estoy inmensamente agradecida de haber recibido regalos. Después para el 31, fuimos a la capital, Halifax. Se suponía que íbamos a ir a un concierto al aire libre con voladores, pero ¿cómo no? Hubo tormenta. No pasa nada. Nos quedamos en el hotel. Compramos las uvas, porque iba a hacer videollamada con mi familia, y así fue. Salimos a cenar, sin Lihn, que prefirió quedarse durmiendo. Volvimos a buscarla. Michael se intercambió por ella. Nos fuimos al cine las tres, y yo recibí 2020 canadiense, mientras veíamos “Mujercitas”. La sala estaba casi desierta, pero no lo suficiente para poder gritar “HAPPY NEW YEAR!”, porque las chicas de detrás nuestra se hubieran enfadado. Es cierto que me he saltado una fiesta a la que fuimos el día 1 por la tarde, pero grosso modo, esto sería todo. Este parón, a pesar de que no haya sido a lo que estaba acostumbrada, ha estado bastante bien. La triste realidad es que voy a estar en clase el día de Reyes, pero no pasa nada.
La forma de asimilar la distancia a casa, varía de estudiante a estudiante. Mi mejor consejo, en caso de que pienses que lo vas a llevar muy mal es: al igual que con la comida, debemos probar, antes de decidir si algo nos gusta o no. Tú no puedes decir de entrada que las Navidades aquí no te van a gustar. Dales una oportunidad. Empápate de reflexión y nuevos objetivos para el año que entre. Puede que luego te lleves una sorpresa. Y por cierto, vente preparado/a para estar escuchando villancicos desde mediados de noviembre. Espero que no se te llene mucho la cachimba de películas como “Home alone” y “The Grinch”, porque madre mía, ¡agüita!
Muchas gracias por leerme. Te deseo lo mejor de lo mejor para este nuevo año, que encima es bisiesto. A ver si con un poco de suerte, encuentro vídeos de la decoración tan discretita de cómo estaba la casa. Chao pescao. (Como dirían mi abuela y mi tío Tití).
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