El jueves era nuestro último día de actividades, ¡había que aprovechar al máximo! Comenzamos la mañana encontrándonos en la escuela con Fiona y Jeremy, los monitores de Atlas que nos llevarían hasta Dublinia, el museo de historia vikinga y medieval. En el camino pasamos por St Patrick’s Cathedral, así que nos paramos a admirar su arquitectura y sacarnos unas fotos.
El museo de Dublinia estuvo genial, es muy interactivo y pudimos hacer diferentes actividades como vestirnos de vikingos, participar en diferentes juegos, o escribir nuestros nombres en alfabeto rúnico, todo ello mientras aprendíamos la historia de Dublín. Además, el museo está integrado en la Dublin’s Christ Church Cathedral, la otra catedral más antigua junto con la de San Patricio. Algunos estuvimos observándola y destacando sus elementos góticos, siempre es un buen momento para repasar lo aprendido en clase.
Al acabar la actividad, como siempre, comimos por el centro y nos volvimos a encontrar en la escuela para dar nuestra última clase, en la que presentamos los proyectos en los que trabajamos durante toda la semana. También nos dieron un diploma como recompensa por todo lo que trabajamos y aprendimos.
Al salir de la escuela nos fuimos hasta el centro para realizar la última actividad del viaje: el Selfie Kontest. El concurso trataba en hacerse diferentes fotos con monumentos de la ciudad y con gente realizando diferentes actividades, fue sin duda un ejercicio muy útil para practicar nuestro inglés con personas de la ciudad. Todos nos llevamos premio por tomarnos el juego tan en serio y por nuestra buena actitud durante el viaje, y los ganadores del concurso se llevaron un detalle un poco más especial que guardar de recuerdo.
Para despedirnos de Dublín, fuimos todos juntos a cenar un tradicional fish and chips con nuestros profesores y nuestra monitora Rebeca. Qué pena tener que despedirnos ya, ¿no nos podemos quedar una semanita más?
El viernes nos tuvimos que despertar muy pronto para irnos. Las familias nos llevaron hasta el punto de encuentro donde nos habían recogido, nos despedimos de ellas y montamos en el bus que nos llevaría hasta el aeropuerto. Estábamos un poco dormidos, pero fuimos todo el camino charlando y hablando sobre el viaje.
Después de un viaje tranquilo, llegamos a Madrid y nos despedimos de Rebeca para poner camino a Valladolid con ganas de ver a nuestras familias.
Ahora me toca despedirme a mí, ha sido un placer compartir esta semana con los chicos y chicas de Cristo Rey. Me llevo, sin duda, muchas anécdotas y buenos recuerdos, y espero que ellos también. Muchas gracias también a Álvaro y Víctor, los profes, por acompañarme en este viaje.
¡Nos vemos! 🙂
Deja una respuesta