Días 2 y 3: finde en Malahide, Howth y Glendalough
Este finde ha sido de lo más completo. El sábado por la mañana cogimos un tren hasta Malahide, al norte de Dublín, donde pudimos disfrutar de una visita guiada de su castillo medieval, estupendamente conservado desde el siglo XII. Allí pudimos visitar también sus jardines y su espectacular casa de las mariposas, un invernadero que alberga gran cantidad de especies de mariposas tropicales.
Después de dar cuenta de nuestros bocadillos del día, pusimos rumbo hacia Howth, una península en la costa noroeste de Dublín. Allí nuestros chicos y chicas pudieron disfrutar de su mercado y pasear por el puerto aprovechando el buen tiempo que nos acompañó (a ratos, como es tradición en Irlanda). ¡Y hasta pudimos ver las famosas focas! Ya que Howth es un pueblo principalmente pesquero estos animales saben que los barcos que llegan al puerto vienen cargados de pescado y es habitual verlas haciendo tiempo por la zona.
Después del paseo también tuvimos tiempo para disfrutar del tradicional fish and chips, o al menos intentarlo antes de que las gaviotas se percatasen de nuestra presencia y la de nuestra deliciosa mercancía… Lo importante es que nos reímos bastante y es otra experiencia que seguro no olvidarán 😀
Por la tarde cogimos el DART (Dublin Area Rapid Transit, el sistema de trenes que se mueve por Dublín y sus condados) de vuelta a Bray para cenar con nuestras familias y descansar para las excursiones del domingo.
La mañana siguiente comenzó a la hora habitual pero esta vez nos esperaba un autobús privado que nos llevó hasta Glendalough, un pueblo al sur de Bray, en pleno parque nacional de las montañas de Wicklow. Allí nos esperaba Stephen, de nuestra escuela, que nos llevó de paseo hasta el lago más cercano pasando por las ruinas del monasterio, fundado por San Kevin en el siglo VI. A las 11 teníamos reservado una visita a la exposición del centro de visitantes del pueblo y nuestros chavales pudieron disfrutar de una breve película sobre la fascinante historia del lugar.
A pesar de que todas las previsiones prometían bastante lluvia, el clima nos respetó muchísimo y pudimos disfrutar de bastantes momentos de sol y muy buena temperatura. Un tiempo ideal para caminar de vuelta hasta el segundo lago y aprovechar para comer allí. Las vistas desde allí son espectaculares y como podéis ver en las fotos se lo pasaron genial alimentando a los patos que viven allí y mojando los pies en la refrescante agua del lago.
Por la tarde nos volvimos de vuelta a Bray, con tiempo suficiente para pasar por casa a ducharnos, cambiarnos y dar otro paseo por el centro antes de cenar.
¡Y hasta aquí la actualización sobre el finde! Mañana, más.
See you!